miércoles, 26 de febrero de 2014

San Fernando, rastros en la ciudad: enrejados.



San Fernando, rastros en la ciudad: enrejados.
Fernando Vásquez G.
Antropólogo

No están presos pero la naturaleza abre camino, cada lugar la favorece: desde el fondo de la boca toma de aguas lluvias al borde de una ventana de cualquier casa abandonada hundiendo sus raíces en el adobe o en la porosidad de los materiales de construcción.
El verdor nace en el suelo, asomando entre los barrotes unos pocos centímetros expuestos a las ruedas de los vehículos o ser cubiertos por basura; permanecen invisibles para la mayoría de los habitantes. La sequedad reina en la casa desocupada, pero es por la estacionalidad climática, es verano y ese color café claro o amarillo en otros, es paisaje habitual por falta de agua; aunque parece complementarse la aridez con el abandono o la no ocupación humana.
Bajo los pies, o a la altura de la vista, encontramos estos habitantes “invisibles” de la urbe. Nacen, y todo su proceso vital queda en esos pocos centímetros, modifican el ambiente y sus soportes, alimentan la naturaleza; silenciosos permanecen sin ser molestados mayormente porque miramos la ciudad como territorio, netamente, habitado por humanos con sus creaciones y su basura, las ruinas las olvida desapareciendo de su imaginario.




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