Rastros de ciudad, San Fernando.
Breves impresiones de un paso por su plazuela.
Fernando Vásquez González.
Antropólogo
El consumo es una función social
que ha llegado a influir en el diseño de la urbe cuando las administraciones
comunales son débiles debido al papel, netamente, distribuidor de políticas
paternalistas basadas en el disciplinamiento de los pobres que los hacen
competir basados en el condicional del “sí tiene esto o lo otro”. Mercado de
las inmobiliarias, mercado neoliberal, mercado a secas, invadiendo los pocos
espacios públicos de esparcimiento, empobreciendo la calidad de vida de los
habitantes de San Fernando. Lo público escasea en medio del abundante, y
creciente, consumo de diversión privado heredado de la dictadura de Seguridad
Nacional y de la seudo-democracia de Seguridad Ciudadana esta última es aquella
destinada a favorecer a los grupos incluidos en los beneficios del capitalismo
neoliberal; para mantenerse vigente continuamente explota: 1) el mito de la
delincuencia; 2) hace apologías de la inseguridad de la calle. Es la guerra de
facto contra la ciudad la cual va perdiendo cada vez que un espacio es
privatizado fundamentado en un abstracto discurso del ‘empoderamiento’
mercantil por parte de algunos de sus ciudadanos.
Espacios públicos entregados al
mercado, cada metro cedido es un daño patrimonial. Instalaciones que pueden
haber sido realizadas con la mejor de las intenciones, pero al ser destinadas a
personas individuales no ayudan en nada al mejoramiento de la infraestructura
urbana; surgen cubos metálicos bajo los árboles de la plazuela, sin un diseño
común, acorde o atractivo al lugar, solo conquistas humanas mutilando metros de
áreas verdes en una ciudad que posee una fuerte carencia de ellas. Coartado el
espacio de libertad y descanso, el tiempo libre vigilado por kioscos de metal y
la policía uniformada ubicada, inmediatamente, al norte; por lo menos
atravesando la avenida al sur ya no hay sacerdotes.
En los días de oscuridad unos
caminaban estableciendo sus contactos de resistencia antidictatorial, otros
vigilaban, los más paseaban en medio de la constante tensión con los primeros.
Ahora todo queda en un rincón de la memoria cubriéndose, día tras día, con
polvo olvidado por el tiempo.
¿Dónde ir? Sí al recorrer la
ciudad solo hay lugares que lucen abandonados. Salir fuera es discriminatorio y
segregacionista, se basa en la posesión de un vehículo o pagar un pasaje, y no
todos pueden hacerlo. Diversión privada, o aburrimiento colectivo, al interior
del hogar. Agorafobia es ese miedo a la plaza, al lugar público, las personas
encerradas reducen al mínimo sus relaciones sociales, así fragmentados son el
pasto seco del cual se alimenta la inseguridad y el miedo al Otro, a la
diferencia ya alimentada en las escuelas verdaderas industrias de la
homologación cultural.
¿Dónde ir? Levantan centros
comerciales al centro y sur. Frente a la plaza de armas un strip center es construido sobre un terrenos por años eriazo, otros
se juntan a la entrada de un supermercado perteneciente al retail, lo mismo de ese otro en las afueras de la ciudad. La
diversión de la población se mueve de los espacios públicos a los territorios
privatizados del mercado; sugerente línea une la entretención, el vestuario, la
opinión, la comida, todo en las mismas manos sin mucha posibilidad de decidir
por cuenta propia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario