lunes, 24 de febrero de 2014

Rastros de ciudad, San Fernando. Breves impresiones de un paso por su plazuela.







Rastros de ciudad, San Fernando. Breves impresiones de un paso por su plazuela.
Fernando Vásquez González.
Antropólogo

El consumo es una función social que ha llegado a influir en el diseño de la urbe cuando las administraciones comunales son débiles debido al papel, netamente, distribuidor de políticas paternalistas basadas en el disciplinamiento de los pobres que los hacen competir basados en el condicional del “sí tiene esto o lo otro”. Mercado de las inmobiliarias, mercado neoliberal, mercado a secas, invadiendo los pocos espacios públicos de esparcimiento, empobreciendo la calidad de vida de los habitantes de San Fernando. Lo público escasea en medio del abundante, y creciente, consumo de diversión privado heredado de la dictadura de Seguridad Nacional y de la seudo-democracia de Seguridad Ciudadana esta última es aquella destinada a favorecer a los grupos incluidos en los beneficios del capitalismo neoliberal; para mantenerse vigente continuamente explota: 1) el mito de la delincuencia; 2) hace apologías de la inseguridad de la calle. Es la guerra de facto contra la ciudad la cual va perdiendo cada vez que un espacio es privatizado fundamentado en un abstracto discurso del ‘empoderamiento’ mercantil por parte de algunos de sus ciudadanos.
Espacios públicos entregados al mercado, cada metro cedido es un daño patrimonial. Instalaciones que pueden haber sido realizadas con la mejor de las intenciones, pero al ser destinadas a personas individuales no ayudan en nada al mejoramiento de la infraestructura urbana; surgen cubos metálicos bajo los árboles de la plazuela, sin un diseño común, acorde o atractivo al lugar, solo conquistas humanas mutilando metros de áreas verdes en una ciudad que posee una fuerte carencia de ellas. Coartado el espacio de libertad y descanso, el tiempo libre vigilado por kioscos de metal y la policía uniformada ubicada, inmediatamente, al norte; por lo menos atravesando la avenida al sur ya no hay sacerdotes.
En los días de oscuridad unos caminaban estableciendo sus contactos de resistencia antidictatorial, otros vigilaban, los más paseaban en medio de la constante tensión con los primeros. Ahora todo queda en un rincón de la memoria cubriéndose, día tras día, con polvo olvidado por el tiempo.
¿Dónde ir? Sí al recorrer la ciudad solo hay lugares que lucen abandonados. Salir fuera es discriminatorio y segregacionista, se basa en la posesión de un vehículo o pagar un pasaje, y no todos pueden hacerlo. Diversión privada, o aburrimiento colectivo, al interior del hogar. Agorafobia es ese miedo a la plaza, al lugar público, las personas encerradas reducen al mínimo sus relaciones sociales, así fragmentados son el pasto seco del cual se alimenta la inseguridad y el miedo al Otro, a la diferencia ya alimentada en las escuelas verdaderas industrias de la homologación cultural.
¿Dónde ir? Levantan centros comerciales al centro y sur. Frente a la plaza de armas un strip center es construido sobre un terrenos por años eriazo, otros se juntan a la entrada de un supermercado perteneciente al retail, lo mismo de ese otro en las afueras de la ciudad. La diversión de la población se mueve de los espacios públicos a los territorios privatizados del mercado; sugerente línea une la entretención, el vestuario, la opinión, la comida, todo en las mismas manos sin mucha posibilidad de decidir por cuenta propia.

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