lunes, 18 de agosto de 2014

Participación ciudadana y reconstrucción Liceo. Apuntes para una discusión.

Participación ciudadana y reconstrucción Liceo. Apuntes para una discusión.

Fernando Vásquez G.
Antropólogo

I.                    De los recuerdos y otras hierbas.
Uno de los liceos más antiguos de Chile, su edificio el más antiguo en pie dedicado a la educación, su edificio Monumento Histórico Nacional emplazado en el centro cívico administrativo e histórico de la ciudad de San Fernando. Por sus aulas, pasillos y patios estudiaron, y convivieron, decenas de miles de alumnos, venidos de los más variados puntos de la provincia, en más de un siglo de vida. Terremotos y temporales de viento y agua lo han golpeado; luego del “11” los militares “golpearon” a alumnos y profesores, memorable escena esa donde el capitán Manríquez, jefe del Servicio de Inteligencia Militar Local, reconocido torturador y diplomático durante de los gobiernos de la Concertación, copando el Liceo al mando de sus fuerzas y llamando al orden a sus alumnos;  como no olvidar que la licenciatura de ese año fue realizada bajo la atenta mirada de soldados armados. Reforma educacional y municipalización, la primera corporación educacional sanfernandina quebrada, luego la privada Corporación Educacional “Alonso de Ercilla” el mismo camino del desastre financiero, vuelta al municipio. Entre medio el terremoto de 1985 y abandono temporal del primer patio, ese patio que vio juramentarse al 4° C 1975 que aún sigue reuniéndose, el mismo curso que en 1973 no pudo realizar una velada por causa del golpe. Ese ´primer patio que en noches de licenciatura veía entrar la antorcha encendida, la misma de su insignia alumbrando el futuro de las generaciones que partían a la vida; al momento que el abanderado traspasaba el estandarte. Ese primer patio que disfrutó de logros deportivos en básquetbol y en gimnasia; ese primer patio abandonado excepto por las palomas luego que don Miguel Ibarra nos abandonara sin recibir su jubilación mudo testigo de transformaciones y desidia de autoridades.
Terremoto de 1985 y las construcciones de adobe dejan de servir como edificios destinadas a educación.
Los años pasan, cada vez más abandonado, deteriorándose poco a poco ante la pasiva mirada y, prácticamente nula acción de la comunidad, salvo el loable trabajo quijotesco del Centro Cultural Neandro Schilling; la organización que más actividades culturales desarrolla en San Fernando siempre con gran afluencia de público. El Liceo se desarma, cae a pedazos convirtiéndose en metáfora de la educación pública chilena: las dos en ruinas. Pero también las ruinas son el recordatorio de que ningún sueño humano es eterno, nos recuerdan constantemente el paso inexorable del tiempo.
La propuesta es presentada para su aprobación, dibujos y fotografías para encantar al público que dará su visto bueno como si fueran personas sin pensamiento, reflexión o crítica; los gobiernos articulan su dominio sobre estos seres y buscan su “legitimación” mediante la “participación/consulta ciudadana”.
La restauración, tal como fue presentada, origina un lugar sin significado, un lugar dedicado al espectáculo, un lugar de tránsito. Más que la Historia es la Memoria, son los recuerdos, son los hitos simbólicos que cada persona asigna pero que perdidos quedan ante el espacio aséptico presentado. Es la idea de concretar espacios ordenados, esterilizados, hay miedo a la contaminación, miedo a la diversidad mientras se dan mil vivas a la homogeneización cultural y al pensamiento que suma ‘0’ (cero); es el miedo permanente del poder al pueblo especialmente cuando este piensa.
Cuando las palabras faltan las palabras de la institucionalidad aparece el chantaje emocional: los proyectos deben mostrar números azules de lo contrario no son financiados, dice un funcionario municipal; es así como se pierden muchos sueños. Hace muchos años escuché que la democracia no puede quedar supeditada a la economía, si eso pasa ya no es democracia; aquí es lo mismo, el proceso democrático de consulta queda nulo si va contra lo ideado de acuerdo a parámetros económicos racionales. Por el chantaje cae mucha gente sin darse cuenta que les están conculcando sus derechos, caen pensando que los técnicos son los “sabelotodo” dioses que bajaron a solucionar la problemática. Un número azul es lo que se necesita para su financiamiento, herencia de la dictadura y de sus celadores concertacionistas que nos dejaron sin “proyecto de país” y convirtieron al país en una “bolsa de proyectos” donde impera la lógica de la competencia.
Dirán que muchas inversiones dejan edificios vacíos porque las personas no los ocupan, dicen que es por mala gestión (otro concepto neoliberal unido al de competencia), la pregunta surge cuando pienso que si no se toma la opinión de la gente, que verdaderamente sabe lo que ocurre, ¿Cómo quieren que ellos lo ocupen si no los sienten como propios?, ¿Cuántos de estos espacios no representan el sentir de la comunidad quienes los encuentran ajenos sin atisbo de significado?



II.                    Como conclusión.
Según lo comentado la restauración del Edificio Histórico del Liceo Neandro Schilling es parte de un plan mayor de rehabilitación urbana: la creación de un paseo semi-peatonal uniendo la Plazuela-Iglesia San Francisco (otro monumento nacional que requiere reparación) y la Parroquia-Plaza de Armas-Liceo; un importante eje urbano, donde pasa la mayor parte de la locomoción que va al sector norponiente de la ciudad, emplazamiento céntrico destinado al comercio y a actividades recreativas-culturales.
Ahí, frente a la Plaza, por décadas el principal edificio de la provincia dedicado a la educación, hoy deteriorado, va a dar paso a un espacio destinado al espectáculo…de la educación pública a símbolo del consumo de espectáculo.
Restauración para revalorizar el Patrimonio con consecuencias buscadas en el turismo, en dotar de más áreas comerciales y espacios para la “recreación cultural”; en su interior la Biblioteca, Museo Pedagógico, Auditorio, baños, salas multiuso, cafetería, y otras cosas más. Tenemos el uso de la cultura para impulsar la gentrificación de la ciudad, vamos creando espacios vacíos carentes de contenidos, sin Memoria. Soy consciente que el ordenamiento territorial puede llegar a definir a una sociedad, si ese ordenamiento nos da estos lugares limpios, asépticos, sin contaminación y, junto con ello, sin Memoria, nos quedamos sin futuro.

San Fernando, agosto 2014

jueves, 24 de abril de 2014

UNIVERSIDAD SAN FERNANDO

UNIVERSIDAD SAN FERNANDO 3

Fernando Vásquez González, antropólogo


¿Cuánto de la noble propuesta de universidad regional, con sede en San Fernando, es parte del equipamiento requerido por el capitalismo neoliberal en fase de expansión? Esto lo pregunto al leer cosas como: “Hoy día el el mercado está demandando especialistas en el área minera, agrícola y vitivinícola, pero la oferta educacional existente está en otra dirección”.
La Universidad responde a subjetividades que permiten su creación y desarrollo.
Si ocupan la sede de la ex UTEM, actualmente usada por la Universidad Católica del Maule (UCM), al sur de la ciudad, fuera de sus márgenes urbanos, más cerca del río Tinguiririca que de la urbe, ¿eso no es indicio de una futura explosión de desarrollo en esa zona dejando el centro fuera? A esto añado la intervención urbana con la construcción de un polo comercial-financiero de manos de una empresa de retail de carácter internacional (Líder-Walmart).
Como evitar la expansión desmedida, sin planteamiento, desarticulada estructuralmente, de la ciudad con la sede universitaria fuera de ella. No olvidemos, la capital colchagüina, es una urbe fragmentada que ha crecido desproporcionadamente sin poseer una planificación ni conectividad vial interna que pueda soportar más crecimiento sin colapsar. La sede universitaria no puede convertirse, por lo mismo, en un espacio monumental, lleno de barreras simbólicas (de status y capital) que lo conviertan en espacio prohibido por formar parte de una zonificación segregadora.
El alcalde hizo un llamado a las “fuerzas vivas de la comuna”, corresponde a una nueva política de participación, una rearticulación de las relaciones sociales locales, donde confluyen las organizaciones públicas, privadas, entonces encontramos a las juntas de vecinos, a profesionales, a estudiantes secundarios, concejales, se realiza un llamado a los comerciantes a integrarse, en fin a todos ellos fueron convocados a unir energías para lograr este “sueño preciado”. En la oportunidad, aunque parecía que todo estaba en un plano de igualdad, pronto aparece un “líder” (el alcalde) al que todos deben apoyar para lograr concretar “su” idea (olvidando años de trabajo al respecto y experiencias pasadas), y, asimismo, este tiene una “agenda secreta” representada por la asistencia del rector de la UCM, presente en la reunión del 27 de marzo, quien, en entrevista al aparecida en la versión digital de El Rancagüino, señaló: “”Limitar la universidad regional a las estatales es una limitante innecesaria que responde más bien a una opción ideológica” (www.elrancaguino.cl/rancaguino/noticias.php?cod=7101).


viernes, 4 de abril de 2014

UNIVERSIDAD EN SAN FERNANDO. Algunos puntos para considerar en debatir sobre el tema

UNIVERSIDAD EN SAN FERNANDO. Algunos puntos para considerar en debatir sobre el tema.
Fernando Vásquez González, antropólogo
Email: condeus@gmail.com

El pasado jueves 27 de marzo la alcaldía sanfernandina llamó a las “fuerzas vivas locales” para aunar energía tras una universidad regional con sede en la ciudad, esto no es una idea nueva desde hace muchos años se ha hablado y se han concretado fracasos en esta materia. Ante la supuesta concreción de esta iniciativa, basada en una promesa de campaña de la actual presidenta Bachelet, enumero una serie de dudas, preguntas e ideas respecto a una casa de estudios superiores:
- Saber cuál es la política de desarrollo regional sobre esto. Recuerdo que la Comisión Nacional de Reforma Administrativa (CONARA), en 1974, suprimió la actividad universitaria en la región basado en consideraciones económico-racional que concluyó que no generaban “suficientes retorno” para sus habitantes y para el desarrollo regional. Ahora, la “especialización regional” la cual nos responde que esta unidad territorial tiene su fuerte en minería y en agricultura: netamente exportadora. El desarrollo educativo superior debe buscarse fuera, en resumen, tan cerca de Santiago nos convirtió en una región satélite.
- Sabemos que muchos alumnos deben viajar fuera a continuar estudios universitarios constituyendo una fuerte carga económica para sus familias, pero una universidad local revertirá este proceso pensando que quienes cuenten con los recursos suficientes lo seguirán haciendo; o quienes cuenten con un alto puntaje PSU resuelvan estudiar en casas de estudios superiores de mayor prestigio ubicadas en Santiago. ¿Cómo evitar su conversión en “Universidad para Pobres” o de “Bajo Puntaje”?  Se puede convertir en diferenciador social o de status.
- Confiar en que la universidad va a resolver, y concretarse, en un polo de desarrollo (habitacional, cultural, social o económico), esta puede terminar empobreciéndola cuando sea generadora de “mano de obra sobrecalificada” sino, también sea “industria de servicios” si llega a contar con académicos temporales/taxis que obtienen salarios por debajo del mínimo, o que los “sobrecalificados” titulados no encuentren trabajo en la región debiendo emigrar. No vaya a ser cosa que se cree, directamente, como productora de estudiantes precarios que, aunque, tengan título profesional, su futuro sea igual de oscuro que no tenerlo u ocupar puestos subalternos con la misma precariedad laboral.
- En la reunión se hizo un llamado a involucrar al comercio, e industrias, locales, al respecto considero que se pronuncie sobre temas como: educación laica, gratis, de acceso universal, con programas académicos no sujetos a las necesidades del mercado; y,  cuáles son sus responsabilidades, como gremio, frente a la comunidad. Que la universidad no se convierta en la fábrica de donde obtener los insumos de capital necesarios para su reproducción.
- Si se quiere dar cabida a este grupo, como hacerse cargo de las demandas del saber proveniente de los sectores marginales.
- Si el Estado ha ido, paulatinamente, abandonando a sus universidades, cuál va a ser el compromiso de este aparte de crearla; siguiendo la lógica de las últimas décadas esta sería una empresa estatal que extrae sus ganancias (autofinanciamiento) vía financiarización de nuevas capas de la población que, ahora, pueden contar con universidad. Según los acuerdos de comercio internacional auspiciados por el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio, merma la inversión pública en la educación superior y la capacidad para regularla; esto porque el financiamiento de la educación es vista como “monopolización” que priva, a los privados, del “pleno acceso al mercado”. ¿Cómo conjugar esta tendencia, ya instalada en Chile, con la futura universidad regional?
- Se mencionó la oferta existente es diferente “de lo que el mercado hoy día está demandando”, las palabras del alcalde señalan que el mercado requiere de “especialistas en el área minera, agrícola y vitivinícola”. Sobre esto acaso la Universidad va a estar basada, en sus programas de estudio, en una acumulación flexible adaptiva a los vaivenes internacionales de acuerdo como afecten la economía local.
- Si pensamos que a universidad está al servicio del desarrollo regional caemos, otra vez, en la “unidad de servicios” destinada a proveer mano de obra especializada en temas locales.
- Universidad para el Desarrollo=Universidad Empresa, sostenida por los beneficios obtenidos de la financiarización estudiantil y del involucramiento en la reestructuración productiva de acuerdo a las exigencias del mercado internacional.
- Y antes que todo debe en primer lugar d aprobarse la ley o el ejecutivo dictar un decreto; luego viene la reglamentación, es decir, como se va a llevar a implementar (pasos, objetivos, etc.) y de la operatividad de la universidad. Aquí podemos tener un año de discusión.

lunes, 3 de marzo de 2014

Veredas: rastro sobre la ciudad, San Fernando.



Veredas: rastro sobre la ciudad, San Fernando.
Fernando Vásquez González
Antropólogo

Recorrer la urbe, sentirla bajo los pies con sus imperfecciones, sentir el concreto, el pasto, la tierra, las piedras, caminar por esas largas lenguas de cemento que definen el espacio de movimiento asignado a las personas. Las veredas me dan una temporalidad espacial distinta a la calle. Como vagabundo peatón mi visibilidad se restringe a unos pocos metros delante de mí y, una más amplia, sobre la vereda de enfrente, las murallas de mi acera quedan fuera y no las veo en su totalidad. Claro como peatón, estoy más centrado en la vida diaria pisando veredas y calles que miles ya han transitado, con un ángulo de visión enfocado al frente y adelante, doblando una esquina se asoma el lugar buscado. Búsqueda desesperada del “tiempo perdido y olvidado”; en cada trazo de escombro, de ladrillo o adobe, de vereda, la observación tras el más leve indicio de algún sueño que me señale nuevas visiones, nuevas libertades y nuevas esperanzas.
Su materialidad marca fecha, es la historia de la urbanización. Veredas completas o inconclusas, algunas solo son un sendero de cemento flanqueado por tierra, pasto o basura. Caminando sobre el sendero pavimentado, suelo divisar restos de cimientos de antiguas casas; puedo ver ladrillos y adobes que, a menudo, se confunden con el suelo terroso. En algunas se conservan los bolones de piedras recordando los cimientos de las casas de adobe, quedan tapados por basura o a orillas de las murallas de las nuevas casas; esto se nota al alejarse del centro de la ciudad. Son estos espacios donde diversos tipos de ciudades se mezclan: casas que parecen ser de cualquier pueblo campesino, junto a viviendas urbanas, a talleres mecánicos, almacenes de barrio; en una cuadra con sus olores, texturas y paisaje recuerdan momentos históricos diferentes y no al actual.
Aunque las cintas de cemento cubren todas las aceras un solo punto de la ciudad, unos ínfimos metros en la esquina surponiente de Curalí con Chacabuco, queda una vereda de alquitrán, una gruesa capa de este material que pronto desaparecerá. Otras aceras las vemos levantadas por las raíces arbóreas, y unas terceras evitamos pisarlas por estar resbaladizas por las ciruelas de árboles plantados para su hermoseamiento.
La materialidad de las ruinas que pisan nuestros pies pasan desapercibidas, ellas hablan de la comodidad para moverse al interior de la ciudad evitando lodazales y pozas de agua del invierno y el polvo suelto del estío. Cuantos tipos de aceras pisan nuestros pies: quedan unos cinco metros de una de alquitrán, son de cemento en la mayor parte (como adoquines, bloques grandes y rectangulares, como baldosas), algunas hay, todavía, de piedra de cantera de Pelequen; en otras el concreto cubre estas piedras. Cuatro momentos históricos cubren la ciudad y caminamos sin fijarnos en ello, cuatro tipos marcados por la estética, del hermoseamiento/mejoramiento urbano. Así, bajo los pies, la historia no contada de las vías que permiten la circulación del peatón, andante a una velocidad que no ha variado en siglos.
No debo olvidar aquellas fuertes raíces modificando el paisaje urbano, nadie se ocupa de ellas entonces, libremente, rebeladas atacan el libre desplazamiento del peatón levantando el cemento de las veredas.










miércoles, 26 de febrero de 2014

San Fernando, rastros en la ciudad: enrejados.



San Fernando, rastros en la ciudad: enrejados.
Fernando Vásquez G.
Antropólogo

No están presos pero la naturaleza abre camino, cada lugar la favorece: desde el fondo de la boca toma de aguas lluvias al borde de una ventana de cualquier casa abandonada hundiendo sus raíces en el adobe o en la porosidad de los materiales de construcción.
El verdor nace en el suelo, asomando entre los barrotes unos pocos centímetros expuestos a las ruedas de los vehículos o ser cubiertos por basura; permanecen invisibles para la mayoría de los habitantes. La sequedad reina en la casa desocupada, pero es por la estacionalidad climática, es verano y ese color café claro o amarillo en otros, es paisaje habitual por falta de agua; aunque parece complementarse la aridez con el abandono o la no ocupación humana.
Bajo los pies, o a la altura de la vista, encontramos estos habitantes “invisibles” de la urbe. Nacen, y todo su proceso vital queda en esos pocos centímetros, modifican el ambiente y sus soportes, alimentan la naturaleza; silenciosos permanecen sin ser molestados mayormente porque miramos la ciudad como territorio, netamente, habitado por humanos con sus creaciones y su basura, las ruinas las olvida desapareciendo de su imaginario.




lunes, 24 de febrero de 2014

Rastros de ciudad, San Fernando. Breves impresiones de un paso por su plazuela.







Rastros de ciudad, San Fernando. Breves impresiones de un paso por su plazuela.
Fernando Vásquez González.
Antropólogo

El consumo es una función social que ha llegado a influir en el diseño de la urbe cuando las administraciones comunales son débiles debido al papel, netamente, distribuidor de políticas paternalistas basadas en el disciplinamiento de los pobres que los hacen competir basados en el condicional del “sí tiene esto o lo otro”. Mercado de las inmobiliarias, mercado neoliberal, mercado a secas, invadiendo los pocos espacios públicos de esparcimiento, empobreciendo la calidad de vida de los habitantes de San Fernando. Lo público escasea en medio del abundante, y creciente, consumo de diversión privado heredado de la dictadura de Seguridad Nacional y de la seudo-democracia de Seguridad Ciudadana esta última es aquella destinada a favorecer a los grupos incluidos en los beneficios del capitalismo neoliberal; para mantenerse vigente continuamente explota: 1) el mito de la delincuencia; 2) hace apologías de la inseguridad de la calle. Es la guerra de facto contra la ciudad la cual va perdiendo cada vez que un espacio es privatizado fundamentado en un abstracto discurso del ‘empoderamiento’ mercantil por parte de algunos de sus ciudadanos.
Espacios públicos entregados al mercado, cada metro cedido es un daño patrimonial. Instalaciones que pueden haber sido realizadas con la mejor de las intenciones, pero al ser destinadas a personas individuales no ayudan en nada al mejoramiento de la infraestructura urbana; surgen cubos metálicos bajo los árboles de la plazuela, sin un diseño común, acorde o atractivo al lugar, solo conquistas humanas mutilando metros de áreas verdes en una ciudad que posee una fuerte carencia de ellas. Coartado el espacio de libertad y descanso, el tiempo libre vigilado por kioscos de metal y la policía uniformada ubicada, inmediatamente, al norte; por lo menos atravesando la avenida al sur ya no hay sacerdotes.
En los días de oscuridad unos caminaban estableciendo sus contactos de resistencia antidictatorial, otros vigilaban, los más paseaban en medio de la constante tensión con los primeros. Ahora todo queda en un rincón de la memoria cubriéndose, día tras día, con polvo olvidado por el tiempo.
¿Dónde ir? Sí al recorrer la ciudad solo hay lugares que lucen abandonados. Salir fuera es discriminatorio y segregacionista, se basa en la posesión de un vehículo o pagar un pasaje, y no todos pueden hacerlo. Diversión privada, o aburrimiento colectivo, al interior del hogar. Agorafobia es ese miedo a la plaza, al lugar público, las personas encerradas reducen al mínimo sus relaciones sociales, así fragmentados son el pasto seco del cual se alimenta la inseguridad y el miedo al Otro, a la diferencia ya alimentada en las escuelas verdaderas industrias de la homologación cultural.
¿Dónde ir? Levantan centros comerciales al centro y sur. Frente a la plaza de armas un strip center es construido sobre un terrenos por años eriazo, otros se juntan a la entrada de un supermercado perteneciente al retail, lo mismo de ese otro en las afueras de la ciudad. La diversión de la población se mueve de los espacios públicos a los territorios privatizados del mercado; sugerente línea une la entretención, el vestuario, la opinión, la comida, todo en las mismas manos sin mucha posibilidad de decidir por cuenta propia.

lunes, 17 de febrero de 2014

Rastros en la ciudad.

Rastros en la ciudad.
Fernando Vásquez González
Antropólogo

Mike Davis en el epílogo de su libro “Ciudades Muertas” (2007), habla de los relatos apocalípticos de ciencia ficción en los cuales la naturaleza recobra lo suyo invadiendo, apoderándose, de la urbe destruida/abandonada.
“La naturaleza está constantemente tensándose contra estas cadenas: probando puntos débiles, grietas, fallos, incluso las manchas de óxido…El control del medioambiente demanda inversiones continuas y un mantenimiento sistemático, ya sea construyendo un sistema de control de inundaciones de miles de millones de dólares, o simplemente desbrozando un jardín” (212). 
“Esta maravillosa ciudad, de la que se cuentan tantas leyendas, era después de todo solo de ladrillo, y cuando la hiedra creció encima y los árboles y las plantas se extendieron, y por último surgieron las aguas subterráneas, la gran metrópolis fue derrocada enseguida” (Richard Jefferies, After London, or Wild England, 1866. Citado por Mike Davis, 211).
Sitios eriazos, unos por años otros por la reciente demolición de la construcción que alojaban, es cosa de días para que la naturaleza regrese a buscar lo suyo, en poco tiempo el rastro de la ocupación humana desaparece bajo el manto de plantas, flores y árboles. Las ciudades están en constante transformación, crecen y decaen, se expanden dejando áreas abandonadas, se fragmentan destruyendo las relaciones sociales de sus ocupantes; pasan eras, de la industrialización, su desmonte, a la plataforma de servicios. Su auge habla de sueños de la promesa incumplida del progreso; pero los edificios son tangibles, los vemos, tocamos, entramos, hasta que llegan a su fin al dejar de cumplir su funcionalidad. A sus pies las aceras y calles, largas franjas de cemento, atraviesan la ciudad; son la frontera tras la cual ocultamos la naturaleza que pisamos, como toda frontera presenta poros y en ellos vemos la vida verde surgir del cemento estéril. Algo que sobrevive son las tejas de las antiguas casas, no está de más decir que pocas se conservan; son plataforma fértil para el trigo, cuyas espigas asoman entre otras tantas hierbas, son una corona viva sobre casas muertas, crecen mientras el edificio se derrumba lentamente.
Caminando por calles, de variadas ciudades, las fracturas son visibles en el suelo, en las paredes que se descascaran en trozos quebradizos de pintura, otras casas permanecen vacías como mudos testigos de un pasado bullicioso del cual nadie se acuerda. Aún con vida la urbe guarda el secreto de la próxima catástrofe: desde los años de la colonia tardía, pasando por la república a la actualidad, siempre a merced de las fuerzas naturales de los ríos inundándola, de los terremotos que la asolan, de los desastres ambientales en su interior, de la falta de salubridad de sus veredas. Nada de eso detiene las políticas de intervención inmobiliaria, nada de ellas conjuga con el entorno y, como simples piezas de un drama mayor, del cual pareciera que sus habitantes no se dan cuenta estos continúan con sus labores engrandeciendo el cercano final.
Busco una imagen de futuro para orientación, no la encuentro en lo alto de los edificios estos, luego, pasaran dejando espacios a nuevas utopías de desarrollo; en el suelo, diviso pequeños tallos verdes, constituyéndose en la imagen de futuro.
Bibliografía.
Davis, Mike: Ciudades Muertas: Ecología, catástrofe y revuelta. Edición Traficantes de Sueños, Madrid, 2007. (Título original: Dead Cities and Other Tales. The New Press, New York, 2002). En línea:http://www.cgttenerife.org/Sov/Documentos/Ciudades_Muertas_web-5.pdf. 
Vásquez González, Fernando: Escritos varios, 2007-2013. Inéditos.
Zulaika, Joseba: Las ruinas de la teoría y la teoría de las ruinas: sobre la conversión. Revista de Antropología Social, año/volumen 15, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España, 2006:173-192. En línea:revistas.ucm.es/index.php/RASO/article/download/.../9241